La inversión más reciente que realizó la profesora Maritza Zelaya Froilán, de 64 años, en su casa en Estelí –a dos horas de la capital-, fue para evitar que el techo colapsara. Era 2018 y la mejora la pagó con la liquidación que recibió al jubilarse después de 38 años de ejercer la docencia, los últimos 14 bajo el gobierno de Daniel Ortega.
El nuevo techo mejoró la apariencia y la seguridad de la vivienda de puertas blancas y paredes de concreto oscurecidas por el polvo del área verde cercana que los vecinos han convertido en parqueo. Con el paso del tiempo la casa se vació. Pese a las precarias condiciones económicas, Maritza convirtió en profesionales a sus seis hijos y cada uno tiene su propio hogar.
El último salario que Maritza recibió como maestra activa fue de 250 dólares, un promedio de 8.33 dólares diarios. Gracias a que se jubiló antes de la entrada en vigencia de la reforma a la Seguridad Social de 2019, cuando las pensiones sufrieron una reducción, la suya es por el mismo monto. Pero para sobrevivir en uno de los países más pobres de la región, cuida una nieta, por lo que su hija ingeniera le paga otro salario.
Según el Mapa Interactivo de la Educación, Nicaragua empleó en 2021 a 72,655 docentes, 54,014 mujeres y solo 18,641 hombres. Una profesión feminizada. Ellas sobreviven en un sistema que paga los salarios más bajos de Centroamérica y, tras la reforma de 2019, las pensiones promedian la mitad del último salario que recibieron antes de jubilarse.
A la mala situación económica, se suman las precarias condiciones laborales, influidas por la política. Han causado principalmente temor e incertidumbre que han llevado a muchas a arrepentirse de haber elegido esta profesión. Pero, desde siempre, la falta de vías de acceso e infraestructura ha puesto en riesgo la vida de los profesores y maestras.
Maritza recuerda que luego de graduarse la nombraron maestra de una comunidad rural de San Juan de Río Coco, en la zona fronteriza con Honduras, donde a falta de local impartía clases debajo de un árbol alrededor del cual sus estudiantes colocaban con suerte los taburetes que llevaban de sus casas. Estuvo expuesta a muchos combates entre el Ejército y la Contra, por lo que su mamá hizo gestiones para que le cambiaran la plaza, pero antes de irse para resguardar su vida, ella dejó construida la escuela.
Hija de una economía pobre, la situación de la docencia en Nicaragua luce tan lejos de la experiencia de maestros en superpotencias como Japón, no solo por un ingreso salarial superior, sino porque allá los profesores y maestras son considerados venerables por el alto impacto social del trabajo que realizan. Con todo el mundo en contra, las grandes satisfacciones del magisterio nicaragüense se resumen en ver el triunfo sus estudiantes.
Es uno de los últimos días de febrero de 2022 y el ajetreo es evidente en la casa de Rosa Argentina González, se acerca la hora en que aparecen los clientes a recoger los almuerzos que ella les vende todos los días. El olor a comida se esparce por la pequeña vivienda de paredes grises y piso de cerámica desgastado, ubicada en la colonia Nicarao de la capital.
Luego de la entrega de los almuerzos, ella espera a un grupo de estudiantes que buscan apoyo para hacer sus tareas o prepararse para los exámenes. Este año solo tiene dos, pero el año pasado mantuvo cuatro con los que se ayudó económicamente. Todo suma para complementar una pensión reducida de 80 dólares, un presupuesto con el que hace malabares para cubrir los gastos que comparte con una de sus tres hijas que vive con ella.
González entró al magisterio en 1981 al concluir su etapa de voluntaria en la Campaña Nacional de Alfabetización y en 1984 ingresó a la Escuela Normal Alesio Blandón. Luego de graduarse consiguió trabajo en una escuela de la Policía donde laboró durante cuatro años. Posteriormente fue nombrada en una escuela comunitaria de un barrio de la capital donde trabajó hasta perder su puesto durante la administración del liberal Arnoldo Alemán (1997-2001), caracterizada por su autoritarismo.
En 1998 dos de sus alumnos se cayeron del techo de la escuela Leningrado mientras lo reparaban. El ingreso de los estudiantes al hospital del Niño coincidió con una visita del ministro y los medios de comunicación que reportaban la visita abordaron el accidente y ella mantuvo que el culpable era el Ministerio de Educación (Mined) por no asumir el mantenimiento de las escuelas.
“El ministro José Antonio Alvarado orientó a la directora Vilma Corea que me despidiera. Ella me dijo profe el ministro no la quiere aquí, dice que lo siente, pero que usted está malita de la cabeza. Decían que yo estaba malita de la cabeza y que había dicho cosas que no eran ciertas”, relata González y añade que ni siquiera con el cambio de gobierno en 2007, cuando asumió Ortega, logró recuperar su plaza.
Al perder su puesto, ella tuvo que emigrar, vivió cinco años en Panamá donde también impartió clases y a su regreso lo siguió haciendo en colegios privados.
El ex profesor de educación física, Oscar Danilo Centeno Moreno, de 53 años, es también contador público. Por ser empírico, en 2008 perdió su plaza de maestro y se dedicó a ejercer la contabilidad. Hace dos años laboraba en una textilera de zona franca en Granada y una mañana, cuando se trasladaba en su motocicleta a la empresa, sufrió un accidente. Perdió una pierna.
El Seguro Social asumió su atención médica y le colocó una prótesis que le permite movilizarse sin problema; pero optó por pensionarlo y desde entonces permanece en casa en el barrio El Escudo de Granada. Sin embargo, el ingreso del hogar es bajo e insuficiente, aun cuando suma el salario de su esposa. Por eso, también imparte clases privadas.
“Encontraba divertido enseñar, por eso me quedé durante tantos años en las escuelas”, dice Centeno, pero rápidamente lo vence el desencanto. “Si volviera a nacer, no volvería a ser maestro porque esta es una profesión mal pagada y sin reconocimiento. Los padres de familia ponen en nuestras manos la educación y de sus hijos, uno hace todo lo que puede, pero eso provoca un gran desgaste. Es una responsabilidad demasiado grande y no se paga”.
Los datos parecen darle la razón al profesor Centeno. Nicaragua es uno de los países donde los docentes reciben la peor paga de la región. En ese campo, Luxemburgo, Alemania, Canadá, Estados Unidos y Japón son los que encabezan los cinco primeros lugares a nivel mundial, mientras en el país centroamericano el promedio mensual del salario es de 252 dólares en 2022.
En Nicaragua no solo en el magisterio se pagan los salarios más bajos de la región, lo mismo ocurre con los médicos del sistema público y con los trabajadores en general. En Nicaragua el salario mínimo promedio que rige para 2022 en diez sectores de la economía formal, ronda los 182 dólares mensuales, es decir, cerca de la mitad de lo que promedia en el resto de países de la región. Es un país, cargando la pobreza.
La represión a la que está sometida la sociedad en general, desde las protestas opositoras de 2018, también afecta al magisterio nacional. De un grupo de diez maestros a los que se les pidió contar su historia para este reportaje, solo tres accedieron. Unos temen el despido, otros a perder su pensión. A quienes se consultó destacan que en el sistema actual ni siquiera pueden decir lo que piensan.
La profesora Maritza Zelaya lamenta que la politización, que comenzó a agudizarse en 2007, haya escalado a niveles inimaginables, deteriorando aún más la calidad de la educación de un país que según datos oficiales, solo contempla 7 años de educación obligatoria y para 2018, solo el 31 por ciento de la población mayor de 20 años había completado la educación secundaria.
El deterioro al que Zelaya se refiere está reflejado en el resultado del Estudio Regional Comparativo y Explicativo (ERCE) 2019, publicado a finales del año 2021. En dicha investigación Nicaragua se ubica como el segundo más retrasado del continente.
Entre las deficiencias más graves se encuentra que los estudiantes de primaria “aprenden a leer, pero carecen de estrategias de lectura y son incapaces de decodificar, reflexionar y evaluar lo que leen; y con respecto a la escritura los estudiantes tienen o escasa o nula coherencia y cohesión de los textos que escriben”.
Para el especialista en temas educativos, Ernesto Medina Sandino, el sistema educativo de Nicaragua está diseñado para que los estudiantes aprendan a repetir, porque lo único que se promueve son ejercicios de memoria.
“Los exámenes que hacen los maestros son para confirmar si los estudiantes pueden repetir lo que ellos les han enseñado, no para desarrollar ninguna habilidad o competencia… Para mí eso es lo más preocupante porque el nivel de aprendizaje que tienen los niños y las niñas de Nicaragua es bajísimo. No los preparan para la vida, no los preparan para enfrentar problemas sino para repetir”, señala Medina.
Tomando en cuenta que Daniel Ortega lleva quince años en el poder y que en ese período no se ha hecho nada por superar esta debilidad, Medina no descarta que haya un trasfondo ideológico. “No hay interés de que los niños desarrollen una conciencia crítica, ni una mentalidad creativa, sino que entre más repitan mejor”, sostiene Medina.
Medina coincide con otro especialista, quien prefiere omitir su identidad para evitar represalias gubernamentales en celebrar que Nicaragua participe en estas evaluaciones, lo que permite identificar las debilidades del sistema. Sin embargo, lamentan que no se comparta los resultados del mismo con las organizaciones de la sociedad civil, el sector educativo privado y especialistas, para convertir el problema en oportunidades de mejora.
“Incluso, hay una parte del estudio que aborda la parte del currículo y métodos de enseñanza y hacen recomendaciones, pero esa parte no se da a conocer, ni se discute. Tampoco se ve que el gobierno esté sacando lecciones de eso, y no es el caso en otros países, donde cuando se sacan puntajes tan bajos como el de Nicaragua hay un escándalo nacional y el gobierno llama a la gente (de los sectores involucrados y se toman medidas conjuntas para mejorar)”, dice Medina.
Para los especialistas, otra muestra del desinterés del gobierno por superar los rezagos es que el país no se somete a otras mediciones internacionales, entre ellos el Programa de Evaluación Internacional de Alumnos (PISA por sus siglas en inglés).
Este es un proyecto de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) y su objetivo es “evaluar la formación de los alumnos cuando llegan al final de la etapa de enseñanza obligatoria, hacia los 15 años”.
Con dicha evaluación se busca información que les permita a los países “adoptar las decisiones y políticas públicas necesarias para mejorar los niveles educativos”. Sin embargo, hasta ahora los estudiantes nicaragüenses no se someten a esa evaluación y hay que agregar el retroceso provocado por la pandemia de covid-19.
Estas deficiencias generarán graves consecuencias en el desarrollo de las futuras generaciones y por ende en el desarrollo del país, ya que según la profesora Zelaya, “si un estudiante no hace un buen primer grado llevará una mala base y mala educación en toda su formación”.
Además, en Nicaragua se desechan los esfuerzos particulares para mejorar la calidad de la educación. Zelaya asegura que gracias a múltiples capacitaciones brindadas por Fundación UNO de Estados Unidos ella y un compañero de trabajo adaptaron a las condiciones locales técnicas conocidas como “aprender jugando” y “aprender haciendo” que facilitan el aprendizaje en los primeros años de la primaria.
La maestra Rosa Argentina González considera que la “manipulación política” siempre ha existido y pone como ejemplo su despido en los años del expresidente Alemán, sin embargo, considera evidente que ahora la situación es más grave.
“Los maestros siempre hemos sido maltratados, ultrajados. Nosotros no podíamos decir que no nos gustaba una cosa y ahora es peor. Desde siempre ha sido, pero ahora es peor. Tengo amigas que actualmente las han sacado de sus clases totalmente mal y sin ningún respeto. A una de ellas le dijeron: profesora se le van a regalar 30 mil córdobas (unos 845 dólares al cambio oficial) para que se vaya, aunque sea a vender plátanos al mercado, porque usted aquí ya no nos sirve. También a una hermana mía la separaron (del cargo) porque fue a unas marchas (de la oposición)”, relata González.
Y añade que al menos en su época, estas presiones no les impedían hacer su mejor esfuerzo para innovar y solventar las necesidades particulares de cada estudiante, especialmente de los que tenían necesidades especiales, entre ellos sordos, mudos y autistas.
Los maestros consultados tampoco están de acuerdo con la propaganda estatal de la gratuidad de la educación. Efectivamente en las escuelas no se cobra e incluso a gran parte de los estudiantes se les entregan paquetes escolares en cada inicio de año. Pero estos solo incluyen cuadernos, lápices y un escaso material educativo, que, además, es usado para reproducir el discurso oficial y rendir culto a la personalidad de Ortega y su esposa Rosario Murillo cuyas fotografías forran las paredes de los centros escolares.
“La educación se ha politizado…yo sigo dando clases de refuerzo por las tardes y los niños andan l-o lo, no saben nada. Es triste decirlo, pero la educación se ha deteriorado cada vez más. No estoy hablando mal de mis compañeras maestras porque ellas hacen el esfuerzo por enseñar, por ayudar, pero las condiciones a veces no permiten. Los obstáculos son grandes, porque el maestro no puede hacer esto, no pude hacer lo otro”, añade González.
El profesor Centeno apunta a otra de las deficiencias. “Hoy en día hay maestros, aunque no estoy generalizando, que no se preocupan por transmitirle conocimientos al alumno, deja muchas lagunas, no se preocupa tampoco por llenar esos vacíos. Les dejan todo el trabajo a los padres”.
Junto a esa debilidad, señalada también por especialistas, otro factor clave parece ser el alto ausentismo de los docentes. En esto coincide incluso el Banco Mundial (BM), en su estudio: Profesores excelentes: cómo mejorar el aprendizaje en América Latina, elaborado en 2015, al determinar que “el ausentismo de los maestros, la preparación deficiente, los bajos niveles salariales y de habilidades, y un liderazgo escolar deficiente privan a los estudiantes de América Latina de una educación de calidad”.
Esto provoca, entre otras cosas, que el 53 por ciento, es decir más de la mitad de los niños y niñas latinoamericanos de 10 años, aunque asistan a la escuela no sean capaces de entender un texto.
A criterio del especialista en educación, que habla desde el anonimato, otro factor que incide en el deterioro de la calidad de la educación es el empirismo.
“El empirismo afecta especialmente al preescolar, donde más de la mitad de los docentes tiene un nivel de escolaridad bajo y solo cuenta con capacitación. En la primaria el 24 por ciento de los maestros no tiene título y en secundaria ronda el 40 por ciento. Pero en secundaria el empirismo es distinto y se llama de especialidades, es decir, maestros que generalmente tienen título en ciencias de la educación, pero imparten materias diferentes a las de su especialidad”, detalla el experto.
Ante este panorama poco alentador para las futuras generaciones, la Unesco ha llamado a los países a prestar atención a lo que está ocurriendo, ya que la educación primaria es la etapa en la que se establecen los cimientos para el desarrollo y consolidación de las competencias fundamentales.
A nivel local, los expertos aconsejan a los padres dejar de ver la educación como un regalo del gobierno y que comiencen a exigir una educación de mejor calidad. Porque con la actual el país seguirá con un mercado laboral precario, con los salarios más bajos de la región y profesionales de todas las ramas realizando actividades para los que no se formó, pero que ayudan a sobrevivir entre tanta pobreza.
“El estado real de la educación en el país que amerita una discusión a fondo que lleve a cambios radicales en la gestión del sistema. Es hora de actuar. No podemos perder más tiempo politizando e instrumentalizando la educación, mientras comprometemos el futuro”, advierte Medina.